Grecia: ¿Puede Syriza llevar a un cambio anticapitalista?

Thanasis Kampagiannis

El autor describe el equilibrio de fuerzas dentro de la izquierda griega y la cuestión de qué tipo de política y organización puede ayudar a los movimientos de resistencia a avanzar. Responde a un debate en la revista International Socialism 136 de otoño 2012 entre el bloguero Richard Seymour y el activista anticapitalista griego Panos Garganas.1 Estos dos autores hacían dos evaluaciones diferentes sobre el significado de Syriza y qué propuestas debía hacer la izquierda.


La estrategia política que la izquierda debería adoptar en Grecia representa un debate importante para las personas revolucionarias en Grecia y en otros lugares. Panos argumenta que la izquierda anticapitalista debe intervenir en la actual lucha social y política a través de Antarsya, fuera de la formación política Syriza. Richard, por su parte, propone una estrategia de “apoyo crítico” a Syriza, y un apoyo “de todo corazón” a la consigna de un “gobierno de la izquierda”.

Es preciso hacer alguna corrección sobre la información proporcionada por Richard en particular. Con el fin de argumentar a favor de lo que en otra parte llama el “atípico” reformismo de Syriza, señala la existencia de organizaciones revolucionarias de izquierda dentro de la formación. Da a entender que estas organizaciones, que trabajan junto a la izquierda de Synaspismos2, pueden determinar significativamente la política de Syriza. Sin embargo, la existencia de estas organizaciones y una corriente de izquierda en Synaspismos no son suficientes para llegar a la conclusión de que lograrán influir en la línea política de Syriza. Por ejemplo, en la década de 1980 el Partido Laborista británico incluyó dentro de él una fuerte corriente de izquierda, así como grupos organizados revolucionarios y, sin embargo, la izquierda quedó subordinada en la formulación de las políticas. Además, la relación de fuerzas entre la izquierda y la derecha varió en el curso de la década. Entonces, ¿dónde nos deja esto?

La izquierda de Syriza

La extrema izquierda de Syriza participó en las elecciones de 2012 después de que el desafío político más importante que se había montado nunca en contra de la dirección de Synaspismos (y en consecuencia de Syriza) sufriera una severa derrota. El reto consistía en la formación, en 2010, del Frente de Solidaridad y Ruptura (MAA, en griego), liderado por el expresidente de Synaspismos, Alekos Alavanos, con el apoyo de las dos organizaciones a las que se refiere Richard, la maoísta KOE y la trotskista DEA. MAA hizo algunas intervenciones interesantes, poniendo de relieve la trayectoria moderada de la dirección de Syriza y su línea pro-UE y pro-euro. Pero sobre todo buscó aliados dentro de Synaspismos, especialmente en la actual Corriente de Izquierda y su líder Panayiotis Lafazanis. Como era de esperar, Lafazanis no dejó nunca el partido para unirse a MAA en una nueva formación (aunque decepcionara así a las personas que daban por hecho que lo haría).

Cuando se hizo evidente que MAA había fracasado en crear una base de masas para una ruptura con Syriza, las organizaciones que apoyaron al MAA decidieron abandonarlo y apoyar de nuevo a Syriza, aunque desde una posición mucho más débil y más conservadora. La KOE sufrió una escisión en medio de este giro brusco (la mitad de sus dirigentes abandonaron la organización, otrora famosa por su antigua jerga comunista contra la UE y el euro, pero ahora argumentando que “la UE y el euro no son la cuestión principal”). La línea política actual de la KOE difícilmente puede considerarse a la izquierda de Synaspismos: su énfasis está en la creación de un frente “nacional” contra el memorándum, en colaboración incluso con los partidos de derechas antimemorándum (como el partido Griegos Independientes, dirigido por el nacionalista antiturco y ex ministro conservador Panos Kammenos). Synaspismos (y Syriza), por suerte, ha rechazado hasta ahora esta propuesta (se ha dicho, sin embargo, que podría aceptar un gobierno de izquierda con el “apoyo crítico” de este partido de derecha).

Pero ¿qué pasa con la otra organización a la que se refiere Richard, la DEA? Pues bien, el artículo de 2008 de Antonis Davanellos que cita Richard es bastante revelador. Davanellos termina el artículo diciendo:

El tema principal de la discusión fue la propuesta hecha por Alekos Alavanos, el presidente de Synaspismos, para un “gobierno de izquierda con un programa basado en la oposición al neoliberalismo y al capitalismo”. DEA, junto con muchos otros grupos, no estuvo de acuerdo con esa propuesta, proponiendo que Syriza se posicionara como oposición electoral con el objetivo de revertir la política neoliberal. El tema no se ha decidido y se dejó abierta la discusión para el futuro”.

Pero ¿por qué la DEA no estaba de acuerdo con la propuesta del entonces líder de Syriza Alekos Alavanos, en 2008, mientras la apoya bajo el actual líder Alexis Tsipras en 2012? Ciertamente, la razón no es un giro a la izquierda por parte de la nueva dirección de Synaspismos: incluso su miembro más partidista admitirá que Alavanos está a la izquierda de Tsipras. En realidad, la izquierda de Syriza (y las organizaciones de la izquierda revolucionaria dentro de ella) fue cortocircuitada por la estrategia de la dirección de Syriza de convocar un “gobierno de izquierdas”.

En los meses posteriores a las elecciones de 2012, esta descripción de la relación de fuerzas fue reivindicada por los acontecimientos, contrariamente a las referencias abstractas a una “poderosa” izquierda. En la última conferencia de Syriza, la dirección empujó a todo el partido en una dirección más moderada: el énfasis se colocó esta vez en una renegociación de los tratados de préstamo con la UE y el FMI por un gobierno de “salvación nacional” que no tomara “unilateralmente” decisiones radicales. La izquierda en la conferencia presentó una “Plataforma de Izquierda” (la KOE, a la que Richard hace referencia, se posicionó del lado de la dirección) y obtuvo un 25 por ciento de apoyo en las encuestas, inferior al de la Corriente de Izquierda dentro de Synaspismos. Ahora es ampliamente aceptado que la izquierda del partido tiene poca influencia en su trayectoria política, si bien sería preciso decir que en el think-tank económico Syriza la influencia de la izquierda es igual a cero. La tarea principal del partido es ahora demostrar su “capacidad para gobernar”, una estrategia seguida mediante viajes de Tsipras a América Latina para reunirse con Lula (Brasil) y Kirchner (Argentina), una reunión con el ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble y, más recientemente, un viaje a los EEUU para reunirse con el FMI y think-tanks liberales (incluyendo a la Brookings Institution).

El euro: el eslabón clave

Para los y las activistas de izquierda atentas a estos desarrollos, la pregunta inmediata es: ¿Siempre tiene que suceder esto? ¿Está predeterminado todo partido de izquierdas que se acerque al poder a diluir automáticamente su radicalismo? La respuesta no se encuentra, afortunadamente, en la “ley de hierro de la oligarquía” de Robert Michels, sino que es más bien una cuestión de estrategia política. Cuando digo estrategia no me refiero simplemente a la eterna cuestión a la que se enfrenta el movimiento obrero (reforma o revolución), sino a la forma en que se concreta esta cuestión en una coyuntura particular. Aquí, la cuestión del euro es clave.

Hay una analogía entre la cuestión del euro y el enfoque de la izquierda de la Primera Guerra Mundial. La decisión de romper con la guerra –y, aún más, de romper de manera unilateral– se convirtió en fundamental para la reorganización de la izquierda. Esto no quiere decir que toda persona que estaba a favor de la paz era marxista. Lo mismo ocurre hoy en día: no todo el mundo a favor de la ruptura con el euro es socialista revolucionario. Por ejemplo, la propuesta de “Grexit” en el programa de Costas Lapavitsas, a la que se refiere a Richard, es un programa radical antineoliberal para restablecer la competitividad del capitalismo griego fuera de la camisa de fuerza del euro a través de la depreciación de la moneda nacional. Sin embargo, no puede haber ninguna duda de que la ruptura con el euro es el paso necesario para cualquier política anticapitalista que quiera poner fin a la austeridad y comenzar a imponer una agenda a favor de la clase trabajadora.

La línea pro-euro de la dirección Syriza ha sido una palanca utilizada por la clase dominante para domar el radicalismo de los movimientos en Grecia y dirigirlos hacia un camino más moderado. Contrariamente a lo que afirma Richard, el debate en torno al euro no ha sido un desvío ideológico de la izquierda revolucionaria para justificar el rechazo a la propuesta electoral de Syriza. Tampoco ha sido la línea pro-euro de Syriza una mera decisión táctica de su dirección, basada en una estimación del nivel actual de conciencia de la clase trabajadora.

Más bien, la defensa del euro ha sido un chantaje político e ideológico desplegado por la clase dominante contra un movimiento que deslegitima la propaganda de empresas y políticos sobre la deuda. Por lo tanto, es una cuestión que requiere una respuesta firme. La propia posición pro-euro de Syriza es resultado de su estrategia pro-UE de siempre, es decir, de la vieja creencia eurocomunista de que las instituciones de la UE son de alguna manera una trascendencia internacionalista y progresista del estado-nación. Aceptar las limitaciones que el euro impone para lidiar con la crisis económica griega significa repetir los argumentos de la derecha republicana de “graves déficits” y “excedentes presupuestarios” –y esto es lo que los principales economistas de Syriza están haciendo cada vez más. La izquierda anticapitalista en Antarsya, por otra parte, está poniendo en marcha un programa de cancelación de la deuda y los memorandos, nacionalizar los bancos y tomar el control de las inversiones. Todas estas demandas significan una ruptura con el euro.

¿Gobierno = política?

La cuestión central es: ¿Quién implementará el programa anticapitalista necesario para resolver la crisis? Richard elogia la estrategia de un “gobierno de izquierdas” como un “paso importante”, ya que, como él dice en varias ocasiones, no hay soviets en marcha. Uno de los aspectos más destacados de la discusión ha sido la vuelta a los debates del Comintern en su 4º Congreso en 1922, sobre todo por gente de izquierdas que por lo general sugiere que la política leninista está obsoleta.

Mi dedicación a las enseñanzas revolucionarias del temprano Comintern sigue siendo firme, pero al considerar la estrategia presentada por Syriza me parece que el retorno a la experiencia de la década de 1970 es mucho más relevante que a la década de 1920. Lo que estamos tratando es una vuelta a las antiguas credenciales eurocomunistas del Partido Comunista Francés (PCF) a favor de un “gobierno de izquierdas” (aunque el PCF entonces estaba mucho más arraigado en la clase trabajadora que Syriza hoy en día). Mi opinión es que un “gobierno de izquierdas” puede ser parte de un “proceso pedagógico” para el movimiento y puede revertir en beneficios para la clase trabajadora, con una condición previa importante: que la vanguardia del movimiento obrero sea políticamente independiente del gobierno, cuyo acceso al poder sea resultado de la actividad del movimiento mismo. Esto no es una negación de la política; es un tipo de política diferente al “realismo” de la perspectiva gubernamental. Por otra parte, no se trata de romanticismo revolucionario, ya que el énfasis de la izquierda revolucionaria en las luchas obreras de hoy construye la subjetividad que será crucial para la implementación de cualquier programa radical de mañana. Crucial no sólo para la lucha contra cualquier respuesta reaccionaria de la clase dominante, sino una subjetividad que, en última instancia, sea capaz de adquirir poder a través de sus propios órganos.

Lamentablemente, el debate en torno al «gobierno de izquierda» dentro de la izquierda revolucionaria ha puesto de manifiesto una concepción errónea por parte de algunos sobre qué es realmente la política. Stathis Kouvelakis, en un discurso sobre Grecia, es un ejemplo de esta línea de argumentación:

Lo que es realmente sorprendente acerca de la situación de Grecia es que 24 huelgas generales, ocupaciones de cientos de miles de personas de las principales plazas del país durante semanas en la primavera de 2011… nada de ello ha servido para obtener ni un solo éxito destacado. Ninguno de los memorandos –y, en realidad, ni una sola de las absolutamente bárbaras medidas y los draconianos paquetes de austeridad– se han bloqueado. Así quedó del todo claro que, para todas aquellas personas que querían detener y revertir este tipo de políticas, lo que se necesitaba era una alternativa política.

Esta es una idea distorsionada de la política que no emerge de la actividad propia del movimiento, sino que lo sustituye con tal de hacer frente a sus limitaciones. El mismo error de concepto se puede encontrar en aquellas interpretaciones que hacen mal uso de la noción gramsciana del Estado Integral y entienden la política sólo como una lucha dentro y por el Estado. El Estado es una condensación crucial de la política, pero no debemos aspirar a igualarlo.

La experiencia de la lucha contra el auge de Amanecer Dorado es un buen ejemplo de cómo el movimiento –y la izquierda revolucionaria en su interior– hace política, incluso si no abraza la agenda de entrar en un “gobierno de izquierdas”. La exitosa manifestación del 19 de enero de este año, y el surgimiento del movimiento antifascista en general, es un movimiento político significativo fomentado por la izquierda anticapitalista griega y con el SEK jugando un papel de liderazgo dentro del mismo. Estos factores pueden tener un impacto decisivo en el panorama político, mucho más que la abstención de Syriza a la espera de la próxima contienda electoral. Aplastar a Amanecer Dorado es ahora un paso necesario en la lucha contra el gobierno de Samaras, y hay mucho en juego ya que una nueva ola de juventud radicalizada se está movilizando contra los fascistas y la represión estatal. Para aquellas personas interesadas ??en la unidad política de la izquierda, debemos recordar la necesidad de forjar la unidad social entre la clase trabajadora y la juventud radicalizada. La abstención de Syriza respecto al frente antifascista supone el riesgo de una división estratégica, pero por suerte una de las fuerzas de la izquierda anticapitalista está luchando para evitarlo.

En defensa de la izquierda revolucionaria

Esto me lleva a un último punto. La crisis capitalista desestabiliza profundamente las alianzas sociales y las políticas del pasado. El ritmo de la crisis no es igual en todas partes, y sin embargo es un proceso global. Para las viejas generaciones de activistas, principalmente las de clase trabajadora, esto ha significado romper con la derecha y la socialdemocracia y se ha manifestado en un aumento de las formaciones reformistas de izquierda. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estas formaciones han sido dirigidas por “los viejos de la izquierda” erigidos en representantes del pueblo: esto es lo que sucedió con Die Linke y Oskar Lafontaine, Rifondazione y Fausto Bertinotti, Respect y George Galloway, el Front de Gauche y Jean-Luc Mélenchon, y Syriza y Alexis Tsipras (aunque este último es el líder más joven, con el partido más antiguo detrás de él) –y podemos ampliar la lista con los nuevos políticos “populares” que emergen de la Primavera Árabe. Para las nuevas generaciones de activistas, fundamentalmente las capas más jóvenes, todo esto se expresa en una atracción hacia la política de calle, erupciones de movimientos estudiantiles, ideas autonomistas, nuevos movimientos radicales antiopresión, etc. La izquierda revolucionaria tiene un capital ideológico precioso que ofrecer dentro de estos procesos evolutivos, pero tiene una tarea difícil y paciente con tal de aprovechar todo ese potencial.

La izquierda revolucionaria tiene que abrazar la radicalización de la juventud y dar forma a su política más allá de un movimientismo apolítico, que sigue siendo la política dominante en los círculos de la juventud. Con este fin, debemos tener una teoría y una práctica mucho más radical que la de los partidos tradicionales de la izquierda reformista –incluso de sus versiones más de izquierdas. Al mismo tiempo, los y las revolucionarias tendrán que poner a estas nuevas capas radicales en contacto con la clase trabajadora descontenta, con el fin de romper viejas lealtades y ofrecer una alternativa real a la izquierda. Esto sin duda significa relacionarnos persistentemente con las formaciones de la izquierda reformista (sea cual sea su forma), pero hay que hacerlo sin seguir su estrategia. Nuestra experiencia en Grecia es que, en la participación en estas luchas, la izquierda revolucionaria tiene que mantener su independencia ideológica y organizativa. No se trata de una cuestión fetichista, sino de las lecciones aprendidas duramente tras presenciar y participar en la lucha en los últimos años turbulentos.

La desestabilización de la vieja política significa el surgimiento de nuevas formaciones políticas. Pero también significa que las viejas estrategias y corrientes ideológicas volverán a aparecer y a ser puestas a prueba. Aparte de la Segunda y la Tercera Internacional en los años 20, se produjo también la “Segunda y media Internacional” –una corriente que trataba de maniobrar “entre programas reformistas de mínimos y el maximalismo revolucionario”. El debate sobre la estrategia de la izquierda griega sugiere que una corriente similar estará presente a nivel internacional en los meses y años venideros. Para quienes nos situamos en la tradición marxista revolucionaria, la construcción de organizaciones revolucionarias de izquierda, como SEK en Grecia, es la tarea estratégica fundamental si queremos un mundo sin las catástrofes del capitalismo.

Notas

  1. Este artículo de Kampagiannis fue publicado en inglés como «Greece, politics and Marxist strategy» en la revista International Socialism 136 de otoño 2012. Se refiere a los artículos de Panos Garganas (“Greece after the elections”) y Richard Seymour (“A comment on Greece and Syriza”).
  2. Synaspismos es la organización principal dentro de Syriza y proviene de la evolución eurocomunista del Partido Comunista.

El autor es militante del SEK, organización hermana de Marx21 en Grecia, que forma parte de la coalición anticapitalista Antarsya).

Traducción de Isaac Salinas.

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