Redes de ayuda mutua: hacia una crítica constructiva

Thomas Hummel, de Marx21 USA, explora el surgimiento de redes de ayuda mutua durante la pandemia del COVID-19, ofreciendo una crítica fraterna de las mismas como estrategia política, y mostrando alternativas socialistas.

Las organizaciones de ayuda mutua han aparecido a lo largo de todo el país en respuesta al coronavirus y al parón económico. Muy a menudo, estas organizaciones son vitales para la supervivencia de la gente, ya que ponen comida en la mesa de familias que de otro modo pasarían hambre.

Muchos de los mejores activistas están actualmente involucrados en trabajos de ayuda mutua. La importancia de estas organizaciones se me hace clara por mi propia involucración en la red de mi barrio, donde he ayudado haciendo la compra para inmigrantes indocumentados, y donando parte del dinero que he recibido como ayuda social para mantener las operaciones de la organización. En mi barrio, se han recaudado más de 30.000$ y se ha repartido comida y ayuda esencial a una gran cantidad de vecinos.

No obstante, a pesar de la increíble importancia de estos esfuerzos, no podemos olvidar que deberían ser innecesarios en primer lugar. El capitalismo y el Estado que lo apoya son responsables de esta situación por la que millones sufren actualmente de escasez de recursos. En esta crisis, el Estado se ha preocupado principalmente por mantener la salud del capitalismo, dando migajas a la gran mayoría mientras gasta generosamente para rescatar a los ricos. Los grupos de ayuda mutua se han creado para llenar este vacío generado por el Estado y su completa indiferencia por la supervivencia de los más vulnerables.

Pero dado que estos proyectos a menudo dependen de nuestros escasos recursos, pueden ser muy difíciles de mantener. El grupo de mi barrio, por ejemplo, a pesar de su importante recaudación de fondos, está teniendo dificultades para continuar con sus esfuerzos a medida que disminuye el número de nuevas donaciones. Si la izquierda estuviera organizada y tuviera fuerza, en lugar de tener que mendigar para proveernos de estos recursos, seríamos capaces de poner presión y demandarlos al Estado y a las élites ricas que el mismo protege.

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Los orígenes de la ayuda mutua

Remontarse a los orígenes de la filosofía detrás de la ayuda mutua es iluminador. La ayuda mutua deriva de la filosofía política del anarquismo. El término “ayuda mutua” procede del anarquista Peter Kropotkin, quien en su libro homónimo de 1902 explora cómo la cooperación, a la que Kropotkin se refiere como “ayuda mutua”, es un “factor en la evolución”.

El problema guarda similitudes con un debate entre Marx y Pierre-Joseph Proudhon a mediados del siglo XIX. Proudhon fue un socialista utópico y el padre del anarquismo moderno. Creía que una nueva sociedad post-capitalista podía ser creada de manera paralela al capitalismo, creciendo poco a poco hasta el punto de convertirse en dominante. Era su opinión que este proceso podía ocurrir de manera descentralizada. Marx, por el contrario, pensaba que el Estado capitalista nunca permitiría que esto ocurriera, e intentaría tirar por tierra todos los intentos de cuidado colectivo. Argumentaba que el Estado debe ser enfrentado con la lucha por parte de una organización de la clase trabajadora. Esta resistencia organizada podía poner presión en el Estado y en los ricos, forzándoles a proveer los recursos que las personas ordinarias necesitan. Para Marx, una sociedad mejor sólo podría darse cuando nuestras formas de organización fueran lo suficientemente fuertes para enfrentarse de manera directa al Estado y reemplazarlo por algo mejor.

Hoy nos encontramos en una situación similar. Si bien los actos de solidaridad y las organizaciones de ayuda mutua son extremadamente importantes, hay límites a lo que pueden conseguir dentro de una sociedad capitalista. Una solidaridad organizada implicaría no sólo compartir nuestros limitados recursos entre nosotros, sino también luchar para obtener recursos de los ricos, ya sea directa o indirectamente, a través de reivindicaciones políticas al Estado capitalista. Para que la ayuda mutua se convierta en un movimiento político y no sólo en una forma de caridad, se necesitan actos organizados de solidaridad y demandas al Estado que construyan conciencia de clase.

Muchos socialistas han adoptado el lenguaje y la estrategia de la ayuda mutua sin reservas, un gesto con el que también adoptan, de manera inconsciente, una teoría anarquista del cambio social y del Estado. La teoría anarquista argumenta que hacer peticiones al Estado sólo reconoce su autoridad, lo refuerza, y debilita los movimientos de los trabajadores. Los socialistas revolucionarios, por el contrario, si bien compartimos la oposición anarquista al Estado capitalista, opinamos que la posición anarquista de ignorar o rodear al Estado es incorrecta. Creemos que la clase trabajadora organizada debe involucrar y apelar al Estado, si bien evitando la trampa de la socialdemocracia por la cual sólo podríamos avanzar a través del Estado y sus reformas. Sólo podremos alcanzar una sociedad mejor construyéndola para nosotros mismos, los trabajadores, ladrillo a ladrillo y desde abajo hacia arriba.

Por ejemplo, socialistas revolucionarios, anarquistas, y socialdemócratas pueden trabajar junto con los inquilinos para apoyar huelgas de alquiler durante este tiempo de desempleo masivo y estrategias de defensa mutua en contra de los desahucios. Algunos se han referido a estas estrategias como formas de ayuda mutua, pero son también un acto político al exigir del Estado el final de los desahucios en general y la cancelación o moratoria de la renta y las hipotecas.

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Ayuda mutua y lucha de clase en acción

“Occupy Sandy” es un ejemplo iluminador de los méritos y limitaciones del trabajo de ayuda mutua. Durante el huracán, un número de activistas de Nueva York, previamente involucrados con “Occupy Wall Street”, se organizaron en torno a una política de “ayuda mutua, no caridad”. El grupo realizó un trabajo de extrema relevancia, ofreciendo ayuda vital para las personas que quedaron impactadas por la tormenta. Sin embargo, la distinción política entre ayuda mutua y caridad no siempre estuvo clara para aquellos dando o recibiendo ayuda. A pesar de sus imponentes esfuerzos, cuestiones como recuperar la electricidad o restaurar los servicios del transporte público dependían al final del Estado. Cuando la crisis terminó, el grupo no derivó en ningún tipo de organización.

La magnitud de la crisis actual es exponencialmente más grande de lo que fue durante el huracán de 2012, y una porción mucho más grande de la clase trabajadora se ha visto impactada. El gobierno está gastando trillones de dólares en salvar a bancos y corporaciones. La gente trabajadora, que crea toda la riqueza en la sociedad, debería recibir parte de este dinero. Necesitamos desarrollar estrategias que no sólo repartan nuestros limitados recursos, sino también se reapropien de lo que los ricos nos han arrebatado.

Los sindicatos, que organizan a la clase trabajadora y tienen capacidad de acción con respecto a los jefes y las corporaciones, son cruciales en la batalla por la redistribución de la riqueza. Un ejemplo iluminador proviene de la experiencia de los trabajadores en la industria de las aerolíneas. El reciente rescate proveyó a esta industria con 75 billones de dólares. Cuando los trabajadores se enteraron, se organizaron para asegurar de que este dinero fuera destinado a ayudarles a ellos y a sus familias a superar la crisis. La Asociación de Asistentes de Vuelo (Flight Attendants Association en inglés), dirigida por Sara Nelson, fue capaz de forzar a las aerolíneas a reservar 29 billones de dólares para sus trabajadores. Esto ayudará a pagar salarios hasta finales de septiembre. En una loable muestra de solidaridad, el sindicato luchó porque una parte de esta ayuda alcanzara también a los trabajadores de los aeropuertos. Los trabajadores de las aerolíneas mostraron la voluntad de usar su poder para asegurarse lo que necesitaban de sus empleadores. Más acciones como esta, especialmente si incluyen una participación más activa y directa de las masas de trabajadores, podrían derivar no sólo en importantes ganancias materiales, sino también reforzar la auto-organización de la clase trabajadora para futuras batallas en contra del Estado y las corporaciones.

Los movimientos sociales combativos nos aportarán ganancias

Para que sea efectiva, la resistencia no puede pertenecer exclusivamente a una minoría revolucionaria. El capitalismo es tan creativo como destructivo, y tiende a generar resistencia entre personas de muy distintos bagajes, ya sean revolucionarias o no. No les corresponde a los revolucionarios tomar el control de estos movimientos, sino intervenir y luchar al lado de aquellos afectados para mostrarles los beneficios de la política revolucionaria. Las redes de ayuda mutua pueden ser un punto de partida para personas que se están radicalizando, pero son aún más efectivas cuando conectan con movimientos más amplios por el cambio y no se conciben como un fin en sí mismas.

Necesitamos construir movimientos sociales que luchen no sólo por redistribuir los escasos recursos que ya tenemos, sino también por reapropiarnos de lo que los ricos y los poderosos nos han quitado. Estos movimientos pueden traducir la presión material en recursos materiales para la mayoría. Pueden asegurar concesiones tales como la cobertura sanitaria para todos y la inclusión de los indocumentados en los programas de ayuda gubernamentales. Bernie Sanders propuso 2.000 dólares al mes, para cada persona, durante la duración de la crisis. Esta es una propuesta que un movimiento social combativo de masas podría haber tenido el poder de asegurar.

La organización, definida como la participación de las masas, la solidaridad, y la unidad en la acción hacia un objetivo común, es la única herramienta que puede otorgarnos el suficiente poder para derrocar al capital y al Estado. Sin ella, sólo podremos poner parches a las grietas del capitalismo. Sólo por medio de esta herramienta podremos avanzar hacia una sociedad que no busque la riqueza desproporcionada para unos pocos, sino cubrir las necesidades de todos. Ello nos permitirá eliminar las condiciones que hacen necesarios los grupos de ayuda mutua, y construir una sociedad en torno a la solidaridad.


Thomas Hummel es militante de nuestro grupo hermano Marx21 USA. Este artículo apareció en inglés en su web. Artículo traducido por Teresa Gras.

Una respuesta a “Redes de ayuda mutua: hacia una crítica constructiva”

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